Que no cunda el pánico: Laia Sanz no abandona las motos. La “jefa” no nos deja, ni nos traiciona. Jamás lo haría. Sólo ha decidido no ir al Dakar como lo había hecho hasta ahora: sobre dos ruedas. Le añadirá otras dos a su vehículo, y a partir del día 2 de enero volverá a sonreír mientras surfea por las dunas del desierto de Arabia, ahora desde el interior del habitáculo de un Mini.
2021 ha sido un año frenético para Laia Sanz. Dakar, mundiales de trial y enduro, el nuevo campeonato para SUV eléctricos: Extreme-E, e incluso el mundial de rally-cross (WRX) han visto expandirse más que sus ansias, su necesidad de dar gas con todo aquello que lleve ruedas. De divertirse, en definitiva.
Ocho años después de haber dejado el trial al más alto nivel, la deportista de Corbera volvía a las zonas non-stop para anotarse en la última carrera del año su decimocuarto título mundial de la especialidad. Y pocos días más tarde sumaba otro, el vigésimo de su espectacular palmarés, al ganar su sexto diploma de la FIM en una especialidad que había abandonado en 2017, el enduro.
“Para mí, estos dos títulos han sido una recompensa extraordinaria después de dos años en los que he sufrido mucho por culpa de enfermedades un poco extrañas, y en los que -contrariamente a lo que mucha gente piensa- no he podido entrenar ni la mitad de lo que lo hicieron mis más directas rivales”, explica satisfecha la piloto de Gas Gas, que también adorna su palmarés con los siete triales de las naciones que ha conseguido con el equipo de España, las medallas conquistadas en los X-Games, o los resultados que ha cosechado en los once Dakar (¡once¡) que siempre ha terminado, y de forma consecutiva. Una salvajada.
Una tentación irresistible
Ahora, la “reina del motor” ha sucumbido a la llamada que también sedujo en su momento a los Rahier, Auriol, Peterhansel, Després, y tantos otros que cambiaron el manillar por un volante. O, entre los nuestros, como vimos con Gil, Arcarons, Esteve, Coma o, por supuesto, Nani Roma, uno de los tres héroes que han sido capaces de ganar la carrera creada por Thierry Sabine tanto en coches como en motos (junto a Monsieur Dakar y El Africano). Y en su mente, aunque no lo diga, está el anhelo de repetir la gesta de Jutta Kleinschmidt en 2001, cuando consiguió ser la primera mujer -y hasta el momento única- en imponerse en coches al desierto, donde antes también había destacado en motos y como copiloto.
La historia nos ha demostrado que quienes se inician en el trial adquieren luego un tacto de gas muy sutil que les permite rendir en cualquier tipo de vehículo. Lo vimos con Alberto Puig, Alex Crivillé, o Graham Jarvis y tantos otros. Laia no es una excepción.
Hace ya bastantes años, cuando apenas acababa de sacarse el carné de conducir automóviles, coincidió en el circuito de Can Padró con el campeón de España de rallys del Grupo N (coches prácticamente de serie) del momento. Allí estaba también Crivillé. Y los dos motoristas… consiguieron batir al volante de sendos Mitsubishi Evo V los tiempos del especialista... para su mayor sonrojo. (Observen que, por discreción y decoro he omitido su nombre).
Aquel fue el primer destello de Laia en el campo del automóvil, pero luego hubo otros, como sus intermitentes participaciones en las 24 Horas del Circuit de Catalunya o en los 500 Kms. de Alcañiz, donde siempre cuajó actuaciones más que dignas. Y créanme si les digo que en el Motorland cada vez que me doblaba -y fueron varias- su forma de adelantarme no revelaba el menor respeto a mi inoperancia y provecta edad.
¿Cuatro, mejor que dos?
Ahora, a sus 35 años, Laia ha tomado una de las decisiones más trascendentes de su trayectoria deportiva: “Este año no iré al Dakar en moto. Ha sido una decisión difícil, porque me sigue gustando mucho ir en moto y seguro que en parte lo voy a echar de menos. Pero ya llevaba once participaciones consecutivas y creo que era el momento de hacer el cambio. Además se han juntado muchos factores como el hecho de comenzar a competir en la Extreme-E, y puede que se estuviera acabando un ciclo porque los dos últimos años no los había podido preparar como correspondía y tal vez por ello no los haya disfrutado tanto como los anteriores. El factor riesgo también había que tenerlo en cuenta. Coincidieron muchas cosas, y seguro que era el momento adecuado para modificar el rumbo de los objetivos”.
La historia nos confirma que este proceso, cambiar la moto por el coche, aunque acompañada de nuevo por KH-7, su patrocinador más fiel, parece una transición muy natural: “Me ilusiona mucho porque tengo muchísimas ganas de aprender, y de hacerlo con humildad. Ahora paso de ser una veterana de las motos a una rookie de los coches en un instante. Está claro que es un cambio de chip muy grande, si. Y si bien podía haber continuado haciendo algunos Dakar más en moto, tenía la sensación de haber conseguido más de lo que me había propuesto. Ser novena en el Dakar ya es mucho. Ahora estaba en ese punto en el que te planteas: ¿por qué continuar? Arriesgar tanto para intentar ser la 15 o la 16… No me compensaba tanto, y ahora tenía ganas de probar cosas nuevas, que siempre es motivador”.
De las 42 muertes que ha habido en el Dakar, veintidós eran pilotos de moto. El penúltimo fallecido hasta ahora, uno de los más celebres, fue Paulo Gonçalves en 2020. El portugués era uno de los rostros más populares y queridos por toda la comunidad dakariana: Laia le profesaba un extraordinario afecto desde sus tiempos como compañeros de equipo en Honda, y por ello ha comentado muchas veces en petit comité que el accidente de su amigo le impactó de gran manera.
“Pero a pesar de todo, no, las motos no se acaban del todo”, puntualiza Sanz. “Yo no creo que llegue nunca este momento, al menos no por ahora. Está claro que habrá que ver los calendarios del año próximo, como va a ser el formato de la Extreme-E, pero yo no corto totalmente con las motos, sino con el Dakar en moto porque había llegado el momento… pero sigo teniendo ganas de ir en moto”.
Un 2021 más que intenso
Queda claro que la pasión de Laia por la moto es infinita. Sí, 2021 le ha dado un rédito espectacular, con dos nuevos títulos mundiales que añadir a su cuenta de resultados, pero que nadie piense que todo ha sido un camino lleno de rosas porque, incluso en la más florida de ellas, siempre hay espinas.
Nos descubre la piloto española que “el título de trial parecía más complicado, a priori, que el del enduro, porque llegábamos a la última carrera separadas por un solo punto, lo que hizo que el desenlace fuera muy emocionante. A la última prueba del mundial de enduro llegábamos tres pilotos que nos habíamos ido alternando en los resultados del año, y podía pasar cualquier cosa… pero al final salió todo bien desde la primera jornada, y llegó el título”.
Recoger el guante que suponía una temporada tan densa como la que ha quedado atrás es una gesta comparable a aquellas que protagonizaban los héroes del pasado, como los que compaginaban en un mismo día diversas categorías en los programas de los GP (Spencer, Nieto, Cecotto, Palomo, Mang, Andersson, Pasolini, etc.).
“Bueno, me gusta complicarme la vida y no aburrirme. Era un reto chulo, y probablemente me vine arriba después del Dakar. Y tal vez fui demasiado optimista desde el punto de vista físico al hacer trial y enduro a la vez, porque algunas veces no me atrapaba. No podía entrenar como quería, y eso ha hecho que lo haya pasado un poco mal en algunas carreras, pero al final los resultados han compensado, aunque ha sido realmente un año muy duro”, comenta la multi/pluricampeona.
Aparcar la 450 del Dakar, auparse a una moto de trial, montarse luego en el habitáculo del monstruoso 4x4 del equipo Acciona de la Extreme-E, saltar sobre el asiento de la Enduro4T, y luego tener tiempo incluso para incrustarse en el angosto cockpit del RX2-e eléctrico del mundial de rallycross es un ejercicio de adaptación que más que para acreditar capacidades camaleónicas parece especialmente propicio para generar una profunda crisis de identidad.
A la vuelta de su debut en rallycross ni más ni menos que en Spa, Laia decía “yo todo lo que lleve ruedas y comporte acción, me gusta. Pero el objetivo era en este caso era hacer quilómetros con un coche eléctrico, algo muy positivo para la Extreme-E donde yo todavía no tengo mucha experiencia en la lucha cuerpo a cuerpo, y necesito mejorar. Se trataba de aprender a sacar codos y de mejorar poco a poco”.
De oca a oca, y corro porque me toca
Esta polivalencia le aporta un criterio monumental a Laia, capaz de pilotar en un solo año más vehículos que los tres presentadores de “The Grand Tour” juntos. La incógnita es saber con cuál se queda, ¿a quién quiere más, a mamá o a papá?
“Lo que más me atrae es un buen coche de rally-raid, porqué aunque la moto es de lo que más entiendo, el coche me llama mucho. Tal vez no sea tan explosivo un coche de raid como el del Extrem-E… pero el Dakar y los raids, ¡uff!, son lo máximo: pasas por sitios que no conocías, tienes que leer el terreno, navegar… repetir todo esto en coche me apetece mucho, porque es lo que he hecho antes, aunque en moto, y en lo que tal vez tenga mayor experiencia. Ahora toca este otro reto de repetirlo en coche”.
En 2021 Laia ha tenido el extraordinario privilegio de correr la Extreme-E como compañera de equipo ni más ni menos que del mismísimo Carlos Sainz. El Matador disputará este año su decimoquinto Dakar y buscará su cuarta victoria absoluta con una nueva marca. Tras haber militado en Volkswagen, SMG, Peugeot y Mini, ahora quiere ampliar ese palmarés con un Audi híbrido.
Para algunos observadores que Laia se pase ahora a los coches, que sea la compañera del madrileño en la Extreme-E, y que este ahora desembarque en Audi junto a Stèphane Peterhansel y Mattias Ekstrom en un equipo de ensueño, es sólo un primer paso para que la catalana llegue a Audi en 2023, tras un 2022 de fogueo con el Mini.
“¡Ojalá! ¿Dónde hay que firmarlo?”, se rie Laia. “El objetivo es aprender, aprender y aprender, porque no tengo claro donde puedo estar de entrada. Es solo un primer año y nadie nace enseñado; tengo que hacer quilómetros, cuantos más mejor. Y ojala que un día llegue la oportunidad de estar en un equipo puntero, y ver si puedo hacerlo bien o no. Pero de momento hay que ir haciendo pasitos, y encontrar la forma de aprender y de hacer quilómetros.”
El vecino de al lado
El primer raid de Laia sobre cuatro ruedas fue la Baja Dubai, en febrero, junto a Lucas Cruz -copiloto de Sainz en los tres Dakar que ganaron- con un Buggy Can-Am del equipo South Racing. En mayo disputó el Rally de Andalucía con un Mini 4x4 en la categoría T1, la máxima división dentro de los coches de raids, acompañada en aquella ocasión por Dani Oliveras, con quien siempre ha tenido una buena relación desde que competían como rivales en los triales infantiles. El pasado enero la carrera de Arabia hubiera sido el segundo Dakar para Oliveras, tras su estreno como copiloto de Gerard Farrés en 2020 con un Side by Side. Un positivo por covid-19 descubierto en el último momento, apenas seis días antes, le impidió copilotar a Nani Roma en su debut con el Prodrive Hunter del equipo Bahrain Raid Xtreme (BRX), por lo que fue sustituido por Alex Winocq.
A Laia le hubiera gustado que Dani le acompañara en el Dakar, pero los compromisos previos del gerundense para la carrera de 2022 con Orlando Terranova se lo impiden, así que el asiento de la derecha de su Mini lo ocupará el italiano Maurizio Gerini, que a finales de enero cumplirá 36 años. Laia y Gerini han sido rivales en moto en el Dakar en cuatro ediciones, como en la última cuando una caída con su Husqvarna en la octava etapa privó al piloto de Liguria de completar una carrera en la que estaba liderando el apartado reservado a los pilotos que compiten sin asistencia, el Trofeo Motul. Ambos han tenido ocasión de compartir el Mini del equipo X-Raid en los tests que realizaron recientemente en Marruecos, por la zona de Erfoud.
Conocida la pericia de los motards ejerciendo la labor de copilotaje, le preguntamos a Laia si se planteaba en algún momento la posibilidad de hacer algún raid con su pareja, Jaume Betriu, ejerciendo esa función: “!Quita, quita! Nos pelearíamos por conducir, y luego nos llevaríamos el cabreo a casa. ¡Qué va, las cosas ya están bien así!”. Pues que cunda la harmonía, y mucha suerte en la nueva etapa para Laia.