Del "Hola!" A los tirones del paracaídas

06-10-2019

Màrquez se fusiona con su equipo y Rossi despide a su técnico. Maneras de vivir.

Ya tenemos a Marc Márquez en la portada de “Hola!”, justamente la misma semana que puede proclamarse campeón del mundo, de nuevo, y en puertas de la que será la boda del año en el deporte, la de otra bestia como Rafa Nadal.

Al parecer, el motivo de ver al de Cervera en la primera página de esta publicación es su noviazgo con una chica, monísima por cierto.  Bueno, en realidad los dos están de lo más majos haciéndose  arrumacos y carantoñas como se ve en las fotos.

Aunque la relación dicen que ya lleva un año, a mi me ha pillado por sorpresa. Ya disculparán mi ignorancia en la materia.

Me alegro de que la cosa venga de lejos; me entusiasma la idea de que los buenos de Roser y Julià puedan llegar a ser “avis”, y estoy convencido que Àlex será igual de fantástico como “tiet”. Aunque no me hago a la idea de ver a Alberto Puig trasteando con biberones en el box de Repsol-Honda, o a Valentino Rossi ejerciendo de padrino en la ceremonia.

Pero, sobre todo, me alegro de que el noviazgo no haya repercutido para nada en el cronómetro porque, como han visto, este animal sigue destrozando todos los records habidos y por haber, dinamitando las teorías que cuestionan la eficacia de un piloto cuando se casa o se convierte en papá, y desafiando las leyes de la lógica, como vieron el viernes con su caída espeluznante.

Cuando un deportista trasciende a una publicación como esta es porque su incidencia va muchísimo más allá de su ámbito.

Entre el star-system de Catalunya suele decirse que si no eres imitado en el programa Polònia –o antes en el Crackòvia– no eres nadie. Se sorprenderían de los famosos y de los políticos de medio pelo que se sienten frustrados por no disponer de un “alter ego” en dichos espacios. Lo de Màrquez en “Hola!” es lo mismo.

Ya no son sólo los títulos que acumula, junto al que esperamos llegue este fin de semana en Buriram. Es también, y sobre todo, esa capacidad de convertirse en leyenda y que, pese a una constante capacidad de generar sorpresa y admiración, repite esos parámetros que inevitablemente se suceden en la vida y la trayectoria de todo héroe. Ascensión, fulgor, y –cuando toque– declive.

Fíjense en que se trata de un proceso que siempre es igual. Con sus momentos de esplendor, otros que no lo son tanto, y en el momento de la bajada con algunos tics que se repiten invariablemente.

Marc es a día de hoy un cohete lanzado a toda velocidad que atraviesa la estratosfera rumbo a un planeta llamado gloria. Rossi es esa cápsula que, después de clavar su bandera en la luna, ya regresa hacia la tierra y empieza a desplegar el paracaídas que le asegure un suave amerizaje.

Pero el uno y el otro son mortales, y como todos, cuando están en ese camino de bajada saben que en la caída controlada los cables del paracaídas van dando tirones que, de alguna manera, afean la estética del descenso.

El penúltimo tirón del Doctor lo hemos conocido esta semana: la sustitución de su jefe técnico, Silvano Galbusera. Una reacción que ya hemos visto tantas y tantas veces, sobretodo cuando los resultados ya no son lo que eran.

Son los ciclos de la vida, incluso para los héroes. Las portadas de “Hola!” y los tirones del paracaídas.