
Hace 22 años, visitando a un (buen amigo) piloto en el hospital, tras un terrible accidente que casi le cuesta la vida, tuve una experiencia que ilustra como puede ser de adictivo el deporte del motor. Para quienes lo practican, pero también para quienes les rodean. He visto arruinarse a familias con muchos posibles por la obsesión de "llevar" al hijo de turno hasta la F1, MotoGP, o al olimpo si hacÃa falta. Costase lo que costase. La mayorÃa de veces para nada. El caso que quiero contarles es extremo. En la puerta de la UVI me encontré a la madre del deportista lesionado, que me espetó: "tienes que ayudarnos". CreÃa que, ante el riesgo de la amputación de una pierna, iba a pedirme que convenciera a su hijo para que lo dejara, para que colgara el casco. Y me soltó:… Seguir llegint